Yo soy Ofelia.
La que el río no guardo.
La mujer con la soga al cuello.
La mujer con las venas rotas.
La mujer con la cabeza en el horno.
Ayer dejé de matarme.
Yo estoy sola con mis pechos, mis muslos, mi regazo.
Rompo las herramientas de mi cárcel, la silla, la mesa, la cama.
Destruyo el campo de batalla que era mi hogar.
Arranco las puertas de cuajo para que entre el viento y el grito del mundo.
Destrozo las ventanas.
Con manos sangrantes rompo las fotografías de los hombres que amé y me usaron sobre la cama, la mesa, la silla, el piso.
Prendo fuego a mi cárcel.
Y tiro mi ropa al fuego.
Desentierro de mi pecho el reloj que fue mi corazón.
Salgo a la calle vestida con mi sangre.
Hamlet Machine. Heiner Müller
Un desgarro contagioso.
ResponderEliminarPaseante triste.
Creo que en el fondo todos desearíamos ser por un rato esta Ofelia hiriente, rompedora, valiente. Y salir al mundo con la armadura roja de la pasión.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario, Paseante Triste.
Intentaré contagiarle a menudo con mis palabras.
Crudamente viva
ResponderEliminarLo es. Como la vida de cada mujer. Muchas gracias por su comentario.
EliminarLe mando un saludo.