Desfallezco una y mil veces.
El deseo de verte,
de tenerte frente a mi,
logra que siga viviendo a duras penas.
Descanso recostada en el diván,
mi brazo colgando displicente,
mi mente vagabundeando,
mis pensamientos entre palabras,
mi pluma volando entre ellas.
Quiero marcharme contigo.
¡¡Sálvame de esta atmósfera que me oprime!!
Rescátame de mis espinas,
de mis noches solitarias,
de mis lanzas de fuego y hielo.
Cuando el cielo al fin se desnude
y las hojas de los arces sean de hoguera
vendrás por fin a buscarme?
Ali Avila©
Unos días pareces la mujer más feliz del mundo y en cambio, otros es como si estuvieras perdida entre el amor no correspondido y el abandono del ser amado.
ResponderEliminarSupongo que esa será la verdadera sensibilidad de la que hablan los entendidos, esa capacidad de sentir y trasmitir. Por eso yo lo único que hago es leer poesía, no escribirla.
Pero gracias, porque me gusta mucho lo que escribes. Y sobre todo por compartirlo con los demás desinteresadamente.