Como un ciego siento mi reflejo en cada roce. Mis ojos ya no ven ese azul perenne de juventud.
Solo los suaves bordes de mi sonrisa recuerdan tímidamente la tibieza de mis labios.
Manos mías, hoy sostenéis mis pensamientos, velando por mi ante fuertes vientos como dos rosas que entregan dóciles su perfume.
La noche aguarda. La soledad acecha. La sangre late en súplica hermosa. Recorre sorda la luz que no ve.Ali Avila©
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