viernes, 8 de julio de 2016

EL SILENCIO DE LOS AMANTES

Y La existencia misma,
el paso de las horas de una jornada,
los días en blanco
la melancolía que arrastraba.
Todo fluía en contra como una llama imposible.

Dormía doliente el fuego generoso,
el tránsito amargo de lo irrealizable
esperando el milagro de la vida.

En ese anhelado afán,
se perdió su sueño.

Vivió en ella durante un mínimo tiempo,
amueblado por sus ojos,
generoso,
 púrpura
pero las pesarosas ascuas
como estrellas melancólicas
no pudieron con esa pena eterna atada al infinito.

Una nube llorosa e impostora, 
arrastró el último fuego,
apagando aquella llama 
que un día galopó alegre
en sus párpados azules.
Ali Avila©

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