Instantes sutiles que interrumpiendo el ritmo solitario de la indecisión, presente en la crueldad de las noches, deshacen la confianza de una verdad tendente a su fin.
Demasiadas sombras que consumen el fuego del naufragio. Un traicionero dolor, imprevisto aunque predecible. La certeza de un amor sin porvenir, llorando agonizante a un horizonte sin estrellas, de noches sobre noches. Sobre vacíos destruidos por la luz de un miedo que hace temblar al miedo.
El vacío de un corazón que anclado en un pasado alejado en el tiempo, espera aún ser rescatado del instinto de sus sentidos.
La mirada errante, insolente, planetal, que atraviesa el cielo infinito de unos ojos cansados de pelear, rotos, adormecidos, sonámbulos.
Y un espacio despoblado, una fuente milagrosa, una luz navegante que romperá al fin sus lazos para florecer en el envés mismo del amor.
Ali Avila©
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