Anduvo bajito,
casi de puntillas
sobre los renglones de su propia vida.
Leyó bramar a fieras
en la soledad de su existencia,
condenada a una oscura mudez.
Surcó tempestades,
versos de silencios mortecinos,
áridas y deshabitadas páginas desoladas.
Durmió su crónica
sin identidad, sin risas, sin palabras.
sin identidad, sin risas, sin palabras.
...
Castigo y padecimiento
para hallar al fin la vida vivida,
su brisa suave,
su texto abierto,
su gran sol dialogante.
Bella en su crespuscular sosiego
tendió su mano confiante y certera al viento
para escribir juntos
las páginas más hermosas
del libro de su vida.
Ali Avila©
Ali Avila©
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