Buscaba en el viento al culpable de mi delirio
aferrándome a la costumbre,
tratando de acercar mi esencia a un fuego confortador.
Exploraba en ojos ajenos
enfundada en el hábito equivocado
un modo de ocultar mi desengaño,
mis inertes alas plegadas.
Me escudaba tras desvencijadas puertas
inventando una nueva salida
un sueño, un deseo que alcanzar
un canto dulce y quedo.
Olvidé vivir el camino,
negándome a aceptar
que sin golpes no había vida.
Me enamoré de la culpa, de un imposible.
De una imagen otrora majestuosa,
hoy lejana, caduca, fingida.
No me salvaron las palabras ajenas
las mentiras ingraves
que como una dulce curva apresuraban el paso al infinito desconocido.
...
Ahora, pudorosa en la luz, mis ojos están abiertos a la vida,
sobre mis hombros, boscaje libre
y un sueño fresco, libertador, real
acallando falsas estrellas,
acariciando gozosamente mi aérea dicha.
Ali Avila©
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