Mi esperanza me arrastra tras el viento del oeste.
Viento que despeja de maleza mis pensamientos. Y me penetra.
Empuja mi cuerpo a humedecer la fiebre de mis heridas.
El crujir de su canto rebela su leve figura. Y sueño.
Los trazos prolongados, sus notas suaves, complacen mi aflicción.
Accedo a terminar lo que empecé. Y tiemblo,
sin encontrar árbol que cobije mi frío.
Aprendo.
Mis manos se someten, al fin, a pasar al otro lado del lienzo.
Ali Avila©
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