sus ojos,
como heridas de lenta terapia.
Convertida en heroína,
viva en el crepitar de una llama.
Un cielo cambiante siete veces
y vuelto a mudar.
Sus cañones,
dando paso
a un reino incontable de espíritus celestes.
Una pena,
escondida dentro de la sombra.
Fuego mudo de su estrella.
Silencio tembloroso,
un día volcán,
sueño sumergido,
planetario adormecido,
liviano en el sosegado silencio del viento en su pelo.
Ali Avila©
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