Aquella niña extravagante en apegos
fluía serena en el sosegado valle de sus afectos.
No ansiaba compañía en sus solitarios ojos de mujer.
Vivía en alianza con sus recuerdos,
con un alegre don de sentir
dejándose llevar por las olas del destino.
Jamás le exigió al viento ningún juego,
porque inventaba para si
estrellas, soles y mares azules de brisa pura.
Vivió sin sopesar equilibrios,
acunando con besos la dulzura de sus palabras,
fantásticas quimeras teñidas de ímpetu adolescente.
Pero le sobrepasó la vida.
Sintió que la sangre le podía, se alejaba,
súbita e indecente en su certeza
y clavó sus puñales en ella
dejándola durmiente bajo aquella flor oscura de desengaño.
Nunca recibió respuesta.
Ali Avila©
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