en los que mis pensamientos,
casi alados,
recorrían por su cuenta el camino a casa.
El sol los acariciaba, delicado,
y encendía mis mejillas de un rosa ilusión.
y encendía mis mejillas de un rosa ilusión.
Los árboles les regalaban sedosas sombras,
y una suave brisa barría mis fábulas infantiles.
Y mientras, suspendida en ellos,
volaba soñando con el día
en el que mis hados te encontrarían
plegando junto a mi tus alas marengo.
...
Una noche sin sol que inocente tejió un frío febrero,
amarré mi alma a tu sonrisa
y un beso de dos bocas tatuó mi corazón para la eternidad.
Ali Avila©
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