que cruel somete mis deseos
al fragante recuerdo
de tu presencia.
Ondas de mar
que juegan seductoras,
etéreas lenguas cobalto,
repasando silentes
tu tibieza corpórea.
Luz desnuda y leve
que transforma tu mirada
contagiando mi dicha
dibujada en tu sonrisa.
Cálida voz
que doblega vigorosa
mi terrestre zozobra
aquietando un impaciente atardecer.
Ali Avila©
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