E lucevan le stelle (3º Acto)
Tosca
Giacomo Puccini
Caravadossi está a solas en su celda, donde ha sido encarcelado en el Castillo Sant'Angelo (Roma). Suena el clarinete que anuncia el despuntar del amanecer.
Ha conseguido de su carcelero papel y pluma para escribir una última carta: condenado a muerte quiere despedirse de su amada, Floria Tosca.
Un apasionado sollozo brota de esta romanza en la que se entrecruzan sentimientos y recuerdos.
Revive los momentos junto a ella, el fulgor de las estrellas durante la impaciente espera, el olor a tierra en el jardín… y del recuerdo hermoso surge desgarrador el miedo a la muerte y su grito desesperado de amor a la vida.
Y brillaban las estrellas
y olía la tierra…
chirriaba la puerta del huerto
y unos pasos hacían florecer la arena…
Entraba ella fragante
y caía entre mis brazos…
¡Oh dulces besos,
lánguidas caricias!
Mientras yo estremecido
las bellas formas iba desvelando…
Para siempre
desvanecido mi sueño de amor…
Ese tiempo ha acabado…
¡y voy a morir desesperado!
¡Y jamás he amado tanto la vida!
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