En esta eterna tarde de luz crepuscular
habitada de una dulce tristeza
respiro lánguidamente esperanzada.
Alzan su voz, penetrantes y musicales
el recuerdo de tu aliento profundo todavía prendido a mi vida
las siluetas perladas que surcaban tu frente
y el olor de mis sábanas como confidencia vibrante de nuestro amor.
Y mi soledad, compañera impenitente,
me abruma aún plétora de lastre amatorio
derrumbando sobre mi realidad
el sentir de tu ausencia.
el sentir de tu ausencia.
Te esperaré cada día a que regreses a mi.